lunes, 26 de enero de 2009

De normas y formas


Estoy, lo admito, cargado de manías, especialmente en lo tocante a mis herramientas. Algunas de estas manías las elevo a normas. Entre mis normas más sagradas está la de no prestarle mis gubias a nadie. Supongo que recuerdo lo que las maltrataba al principio por falta de perícia, y lo que me costó conseguir que recuperaran sus propiedades. Puede que influya un trauma adolescente: todavía espero que un amigo me devuelva el magnífico juego de gubias que le presté y que me había regalado mi hermano mayor en uno de sus mejores aciertos. Y aquí está, mi hermano adoptivo dándole con fruición a mis gubias y sin experiencia previa en el tema. Supongo que las normas están para romperlas, pero que no sirva de precedente. En todo caso, París bien vale una misa:


Folie à deux (à plusiers)

Éste sábado el vendaval ha derribado un enorme abeto en el único camino de acceso a nuestra casa, llevándose por delante la linea telefónica en su milagrosa caída entre dos viviendas, sin más daños. A los bomberos les llevó más de tres horas despejar el camino. Mientras lo iban cortando mi mujer me decía "oye, pues la madera parece buena" 
Cuando llegó Javier por la tarde, dispuesto a otra sesión de construcción naval, se sorprendió más que nada por la poca longitud de los restos, que los hacía inaprovechables. Los comentarios de mi hijo no eran muy distintos, y yo valoraba el hecho de que las primeras ramas estuvieran muy altas, lo que aseguraba un buen tramo libre de nudos. Todo esto no es normal.
Lo que hacemos lo hacemos porque queremos. Se me ocurrió una noche de insomnio y perfilamos el proyecto a la mañana siguiente mientras lavábamos los platos de un copioso desayuno. Todo estaba decidido antes de que los platos se secaran, sin demasiados titubeos. Y sin embargo, es una locura. Una considerable inversión de tiempo para terminar usándolo bien poco dado que el umiaq no tiene billete de vuelta: se quedará en Groenlandia. Probablemente la (des)proporción entre tiempo de construcción y de navegación sólo sea superada por el Titanic y la carabela del quinto centenario. Una locura, pues, y además compartida.
Nadie nos ha pedido nada , por lo que nadie nos deberá nada. La inversa, sin embargo, no es del todo cierta: yo me siento especialmente en deuda con mi familia, que en lugar de asustarse ante mis diarreas mentales se apuntan con entusiasmo a compartir mi locura. Con una fe en que todo funcionará que ya quisiera yo para mí.

lunes, 19 de enero de 2009

Un regalito


Hacía mucho tiempo que tenía ganas de probar alguna herramienta de Flexcut, pero no me acababa de decidir. En éstas se presenta Víctor N. con este regalito para nosotros. Lo compró en una visita a Comercial Pazos. "Pienso que le encontrareís algún uso" dijo, clarividente como siempre. La verdad es que llega donde no llega un bastrén. Corta endiabladamente bien, pero requiere algo de práctica, como todas las herramientas de hoja libre.
Víctor es el alma mater del club de kayak de Oropesa. Un club repleto de buenos amigos, gente magnífica, cargados de ideas y de iniciativas brillantes. Si las cosas van como tienen que ir, algunos de ellos estarán en Groenlandia al mismo tiempo que el Umiaq, aunque no estará todavía ensamblado. Una lástima: remar con ellos en el mismo barco y en aquel entorno sería un magnífico colofón para el proyecto.

sábado, 17 de enero de 2009

Un sábado de verdad

Por el suelo, entre un caos razonable, con un barco a medio hacer, sentado sobre un pie y bloqueando un listón con la rodilla, el lápiz en la oreja, dándole al formón y, de fondo, "Lágrimas Negras": así he pasado muchos sábados estos últimos años.
Espero que cuando me jubile pueda todavía sentarme sobre un pie y acostarme con la sensación de llevar todavía el lápiz en la oreja... vivir cada día como si fuera un sábado.

viernes, 16 de enero de 2009

Las curvas de la felicidad


"Tate quieto" me dijo Javier "que te saco una foto ahora que por fin se te ve feliz". El caso es que yo me sentía más que nada satisfecho de las curvas conseguidas.

Algo parecido le pasaba a él cuando planificaba las curvas de un refuerzo:


Al final será cierto lo de la "curva de la felicidad" (Por cierto, procuramos cuidarla en nuestros encuentros)

jueves, 15 de enero de 2009

Flandes, Siberia.

Según cuentan los que saben, la mayor parte de la madera de deriva que se encuentra en Groenlandia procede de los grandes bosques de Siberia. Llega a las costas groenlandesas empujada por las corrientes marinas, descendiendo por la costa este después de un largo viaje polar. Los inuit la clasifican atendiendo a su aspecto, le otorgan nombres descriptivos, y tienen muy claro a qué usos es preferible destinar cada variedad.
Nuestra selección inicial se decantó por el pino de Oregón, que conocíamos por las palas y nos gustaba. No fue posible encontrar tablones suficientemente largos, por lo que optamos por el abeto Douglas, que hay quien dice que es lo mismo, pero no es igual. Tiene un bonito color y parece resistente, pero los tablones que nos enviaron no nos acababan de convencer. Los anillos de crecimiento eran inusualmente anchos, lo que indica primaveras largas, húmedas y calurosas. El crecimiento de verano era tambien generoso. Un abeto Douglas de procedencia cercana, vaya. Parece resistente, pero se trabaja mejor la madera con las vetas más prietas. Tiene además bastantes nudos. Sin duda hará una buena quilla, donde la influencia de un nudo se pierde en el grosor de la madera, pero en los cantos de la base... teníamos nuestras dudas. Dudas que se vieron confirmadas cuando bajo tensión uno de los nudos empezó a ceder.
Cambio de planes, pues, y obligado viaje al almacén para escoger la madera personalmente. Visto lo que había, optamos por un humilde Flandes de segundas, procedente, al parecer, de Siberia. En un centímetro se pueden contar hasta doce anillos de crecimiento. Una delicia de trabajar y razonablemente libre de nudos (pocos y pequeños). Pesa menos, dobla con más nobleza y resiste mejor a la compresión; todo lo contrario de lo que cabía esperar.

Dormiremos más tranquilos y mucho más satisfechos:

roda y codaste

From umiaq
La roda y el codaste van a ser, finalmente, en roble. Descartadas las juntas que hemos probado hasta ahora, nos hemos decantado por unas formas de inspiración tradicional, modificadas para poder ser desmontadas con facilidad. Los problemas se han centrado en los pies de roda/codaste, que es donde se concentran las tensiones, las principales uniones y la transición entre el robusto plano horizontal y el vertical. Un tanto complejo decidir una forma de unión simple y eficaz, que no traicione el espíritu de la embarcación original con materiales o procedimientos demasiado "modernos" pero que permita un montaje reversible no previsto en los métodos tradicionales...
Todo largo viaje empieza con un primer paso. Nuestro primer paso lo da Javier en la foto a golpe de serrucho sobre la pieza que será el pie de la proa de popa (o al revés).

Y éste es el resultado al cabo de un buen rato:

La popa de proa

From umiaq
La popa y la proa de nuestro umiaq, y sus respectivos pies, son prácticamente idénticas, hasta el punto de que continuamente nos estamos confundiendo con las diversas piezas que las componen.  Asumiendo la confusión, hemos pasado a llamarlas "proa de popa" y "popa de proa", indistintamente. Sorprendentemente, ha sido la manera de dejar de confundirlas, o casi.

Más madera

From umiaq
Conducir una scooter resulta un tanto aburrido, aunque hay que reconocer que son vehículos versátiles que te pueden resolver un acopio urgente de madera.

miércoles, 14 de enero de 2009

noche polar

From umiaq

Aprovechamos para trabajar cuando tenemos tiempo, aunque sea de noche y haga frío. No me voy a poner épico, pero si el taller fuera más grande podríamos cerrar la puerta y no nos haría falta ni usar un frontal ni abrigarnos tanto. Pensar que la mayoría de umiaqs se han construído en peores condiciones consuela un poco, pero no calienta.

espacio

From umiaq

Dimensionar tablones de siete metros requiere de talleres espaciosos. Lo mínimo son 14 metros suponiendo la maquinaria perfectamente centrada. No son longitudes habituales en talleres de carpinteria de tierra adentro. Para entrar siete metros de tablón en la potente regruesadora del espacioso taller tuvimos que cruzarlos en diagonal y apuntar la salida escrupulosamente entre un par de máquinas (algún listón falleció en el intento)
Tampoco hay en los grandes almacenes de madera mucha variedad donde escoger de esa longitud. Por suerte, parece que este tipo de proyectos despiertan la curiosidad y la simpatía de los encargados de almacén, que por enésima vez nos han permitido muuchas más libertades de las habituales. También se mostró amable la policía de carreteras, que tuvo la gentileza de no hacer acto de presencia mientras paseábamos a lo largo de 80km siete metros de tablones en la baca de un coche de cuatro metros. Se agradece.

lunes, 12 de enero de 2009

Ramón Larramendi


El pasado mes de diciembre tuvimos el placer de asistir a una conferencia de Ramón Larramendi en Figueres. Aprovechamos el encuentro para comentarle nuestro proyecto y enseñarle la maqueta. Parece que le gustó porque empezó a pensar por dónde se podría romper, cómo se podría reparar in situ, como reaccionaría al impacto con los témpanos... la visión de un aventurero, vaya. El caso es que lo incorporamos al proyecto! Tierras Polares, su empresa, se hará cargo de la logística, que a nosotros nos venía grande. Poca cosa para sus infrastructuras y para alguien capaz de atravesar Groenlandia cuatro veces y de llegar al Polo Sur de la inaccesibilidad sin más ayuda que la del viento. Un lujo.