Pues resulta que lo que nosotros llamábamos ojales (y "ojetes" en los malos momentos) se llaman, en realidad, ollaos. Y se colocan con la maquinita que nos hemos agenciado. Afortunadamente, porque, con las pruebas, llevamos ya más de un centenar de ollaos-ojales-ojetes colocados.
Tiene un aspecto irresistiblemente clásico, funciona a la perfección y es un diseño de cuando todavía se ponían nombres de verdad a las máquinas.
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