Al final la tela no se ha dejado poner en una sola pieza. Han sido dos laterales, el fondo y dos triángulos en lo que nosotros hemos venido a llamar las zonas del tanga, en un alarde de terminología náutica. Precisamente en la foto se aprecia cómo Javier está encolando la zona del tanga de proa. De fondo cantábamos una canción alegórica, de escasa letra, sobre algo de un "tanga del revés" que sólo recordarán los más entrados en años y versados en chabacanerías. Lo que aquí se le ve es el fondo aún por encolar.
La cola, por cierto, se ha comportado de maravilla, al menos por el momento. Admite mil formas de uso, aunque ninguna inodora. La compramos a granel, en un proceso digno de Dickens, pero eso ya es otra historia.
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