Compré este cepillo en un rastro, con el convencimiento de que nunca lo usaría. Se usaba para preparar superficies para la cola, ranurándolas. Me gustó por lo usado que estaba, me gustó mucho a pesar de no tener la cuña y estar enormemente oxidado. El vendedor le puso un precio exagerado, más acorde a mi estado que al del cepillo. Lo restauré y lo guardé, como tantas otras cosas, hasta que le hemos encontrado una utilidad. Cuando buscábamos barra redonda de haya para nuestros qajaqs sólo encontrábamos barras ranuradas, para encolar, y ahora, cuando nos han hecho falta, no las hemos encontrado en ningún lado. Total, que hemos acudido a nuestra reserva de barras lisas y hemos desempolvado el cepillo, que se ha portado profesionalmente (como lo harán, una vez restaurados, los antiguos cepillos de molduras que me regalaron Carlos y Teresa. Mil gracias)
Con ello hemos terminado, por fin, las piezas de proa y popa con sus refuerzos.
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